A estas alturas de la generación que apenas acaba de
empezar, una de sus contendientes se encuentra en una situación ciertamente,
para muchos sectores, agónica. Tras una generación de tremendos éxitos, donde
Nintendo consiguió que sus dos consolas se convirtiesen en las líderes
destacadas de los mercados de sobremesa (con una Wii que supone un récord de
ventas para Nintendo en dicho segmento respecto a su sistema más vendido
anteriormente, como fue NES) y portátil (convirtiéndose NDS en la segunda
consola más vendida de toda la historia, la primera de su sector, derrotando
contundentemente a la PSP de Sony), se ha encontrado con un panorama totalmente
diferente.
El primer aviso llegó con la sucesora de la exitosa portátil
de doble pantalla. 3DS no inventaba nada nuevo: tomaba las líneas maestras de
su antecesora, y le añadía un extra (el 3D sin gafas) que, viendo el interés
que existía por aquel entonces gracias a Avatar, debería haber sido
contundente. Sin embargo, la realidad fue bien distinta: al sistema le costó
muchísimo arrancar en todos los mercados por muchos motivos, entre los que se
citaban el elevado precio, la falta de catálogo, y la alargada sombra de su
antecesora. Sin embargo, Nintendo reaccionó rápido, y volvió a su estado natural
en el mercado portátil, dominando.