Xei Gaijin el Oscuro
Sólo han pasado dos horas desde que salieran de Tohokami, y parecía que habían pasado días, a tenor del cansacio que tenían los caballos, que habían descansado en su parada a aquel lugar lleno de campesinos y olor a abono. La intención de los bushis es la de seguir cabalgando hasta llegar a Dathuzaka, la ciudad de los Seis Manantiales que sanan, según dicen, a los puros de corazón leales al Emperador. La noche era ya cerrada, y los caballos a ciegas no suelen ser muy útiles cabalgando. Benimaru Oda lo tenía claro:
-Los caballos parecen fatigados. Sugiero parar aquí para dormir y al alba emprender el camino hacia Dathuzaka.
-Sigamos adelante, ya estamos cerca de la ciudad. Podremos descansar allí mucho mejor que en la tierra incómoda del camino.
-Benimaru tiene razón, Ryouko. Mejor que descansen los caballos que a ir cargando con ellos a cuestas, ¿no crees?
-Mi idea era mejor, Henkai, pero sé admitir cuando me equivoco.